Se fugaba la luz del día. Habíamos subido el largo trecho desde la costa sorteando las curvas y la interminable escalada. La decisión era entrar a Almolonga y hacer el tramo más corto, conocer un nuevo paso y acercarnos a Xela desde lo desconocido. De pronto la ciudad se aparece frente a nosotros y es asombro otra vez. Desde las alturas se veía ya el descanso.
El nuevo día nos encontró dispuestos a subir esa cumbre otra vez: el destino final de la salida era el Volcán Chikabal. En esta ocasión teníamos la novedad de llevar a Giovanni por primera vez a ese sitio que tantos recuerdos nos trae a los demás. El desayuno fue tranquilo, en Los Tres Pollitos, comedor que se encuentra cerca del parque central de Xela.
La cosa siempre cambia cuando llegas a Laguna Seca... Tojmech está ahí pero queda atrás, todo se vuelve surrealista, se desafía la razón y las sorpresas ya no lo son... te enfrentas a los recuerdos, al paso implacable del tiempo. Las sonrisas y las manos que saludan son un fantasma, apenas logras aferrarte a la compañía actual, a esos amigos que se desgranan frente a ti, que comentan, miden, deciden, arremeten contra la imprudencia de los conductores de esos dos buses que sepa el diablo cómo hicieron para bajar por esa carretera estrecha... y luego te enteras que llevan un montón de patojas y sonríes nervioso pensando en su seguridad y en la propia...
La laguna sigue ahí. Guillermo, Edgar y yo cumplimos una cumbre más. Giovanni inaugura su sapiencia sobre el lugar. Será capáz, de aquí en adelante, de regresar solo, acompañado, con nosotros, sin más indicación que la de la palabra, el nombre del lugar. Yo voy siguiendo la luz aquella de otras noches y de otras sonrisas y sueños dejados en ese lugar...
Voy, decía, siguiendo la huella de las aguas, apreciando el dolor, liberando al pez del anzuelo, tomando bocanadas de aire y desatendiendo voces, discriminando sus palabras por vez primera, separando ese olor de aquel y el sube y baja de la luz y la tersura de las aguas y el caballo en el camino y su piel áspera, recordando que ahí, que en ese lugar, que entonces... y después abandonar el lugar con ganas de no ver hacia atrás y las nubes que se acomodan a mi sentir y tapan su luz líquida, sus aciertos...
Y nos fuimos. Guillermo pide detenernos en Alaska y hacer la foto del Cuxlikel que siempre ha querido. Edgar se detiene y corremos de un lado al otro esperando que la luz siga así... las cámaras disparan ráfagas que detienen la luz, la congelan...
Y los brazos abiertos de Giovanni son bienvenida y despedida. Jornadas cumplidas como amigos y hermanos. Caminos que concluyen a pesar de nosotros, caminos que inician, también, a nuestro pesar.
El nuevo día nos encontró dispuestos a subir esa cumbre otra vez: el destino final de la salida era el Volcán Chikabal. En esta ocasión teníamos la novedad de llevar a Giovanni por primera vez a ese sitio que tantos recuerdos nos trae a los demás. El desayuno fue tranquilo, en Los Tres Pollitos, comedor que se encuentra cerca del parque central de Xela.
La cosa siempre cambia cuando llegas a Laguna Seca... Tojmech está ahí pero queda atrás, todo se vuelve surrealista, se desafía la razón y las sorpresas ya no lo son... te enfrentas a los recuerdos, al paso implacable del tiempo. Las sonrisas y las manos que saludan son un fantasma, apenas logras aferrarte a la compañía actual, a esos amigos que se desgranan frente a ti, que comentan, miden, deciden, arremeten contra la imprudencia de los conductores de esos dos buses que sepa el diablo cómo hicieron para bajar por esa carretera estrecha... y luego te enteras que llevan un montón de patojas y sonríes nervioso pensando en su seguridad y en la propia...
La laguna sigue ahí. Guillermo, Edgar y yo cumplimos una cumbre más. Giovanni inaugura su sapiencia sobre el lugar. Será capáz, de aquí en adelante, de regresar solo, acompañado, con nosotros, sin más indicación que la de la palabra, el nombre del lugar. Yo voy siguiendo la luz aquella de otras noches y de otras sonrisas y sueños dejados en ese lugar...
Voy, decía, siguiendo la huella de las aguas, apreciando el dolor, liberando al pez del anzuelo, tomando bocanadas de aire y desatendiendo voces, discriminando sus palabras por vez primera, separando ese olor de aquel y el sube y baja de la luz y la tersura de las aguas y el caballo en el camino y su piel áspera, recordando que ahí, que en ese lugar, que entonces... y después abandonar el lugar con ganas de no ver hacia atrás y las nubes que se acomodan a mi sentir y tapan su luz líquida, sus aciertos...
Y nos fuimos. Guillermo pide detenernos en Alaska y hacer la foto del Cuxlikel que siempre ha querido. Edgar se detiene y corremos de un lado al otro esperando que la luz siga así... las cámaras disparan ráfagas que detienen la luz, la congelan...
Y los brazos abiertos de Giovanni son bienvenida y despedida. Jornadas cumplidas como amigos y hermanos. Caminos que concluyen a pesar de nosotros, caminos que inician, también, a nuestro pesar.
Escuintla, Retalhuleu, Quetzaltenango, Sololá, diciembre de 2010.
Mixco Guatemala, enero de 2011.
Mixco Guatemala, enero de 2011.