martes, 24 de marzo de 2009

Niños 2

Veo estas fotos de Champerico, de la Aldea el Triunfo y, sin poder evitarlo recuerdo una canción de TríoEnSerie que decía en una frase: "...si fuera de magia mi profesión me convertiría en tu Revolución...".
Píes de niños que pueden ser felices sin mis manos, sin mis palabras... pero que me recuerdan que nada es cierto si no lucho por cambiar su presente, su futuro.

Niños

La imagen pertenece a un viaje no tan reciente a Cobán, Alta Verapaz. Era un acto de gobierno... una de esas tediosas asignaciones que no veía cómo salir de ella. Pero el día fue salvado por un montón de pequeñas cosas. Entre ellas la "Orquesta Sinfónica Infantil" de Cobán. Ellos interpretaron unas piezas (incluyendo el Himno Nacional), durante la apertura de la actividad. Antes de iniciar su participación, estos niños y niñas se entretenían pateando una pelota plástica, luego, muy profesionales, tomaron sus instrumentos y asombraron a todo mundo, incluido a quien suscribe estas líneas.

Esta otra imagen pertenece a una visita que realizamos el año pasado a comunidades de Retalhuleu, específicamente del municipio de Champerico de ese departamento. Estos niños que aparecen en la foto se divierten haciendo saltar la alarma del carro que nos transportó hasta ahí. Yo veía la cara de Danilo que, divertido y lejos del asunto, apagaba cada vez la alarma sin inmutarse, entendiendo que volvería a sonar y que los patojos encontraban fascinante que el carro gritara como loco cada vez que lo zarandeaban. Estos mismos niños iban cargados de aperos de labranza el día que visitamos su escuela. Nos contaron que era día de limpieza y, por tanto, tenían que barrer, cortar con machetes el monte crecido, arreglar con el azadón una zanja... en fin, darle mantenimiento a ese lugar donde sus sueños se convierten en aprendizaje sin dejar de lado su condición y su experiencia en el manejo de las herramientas que los harán adultos.
Niños del norte del país que han encontrado una forma de expresión que no los aleja de su total niñez. Interpretar un instrumento no es más que una forma de pasar el tiempo, algo que los enamorará u odiarán sin remedio. Pero, niños al fin, gritan y patean antes de la seriedad infringida y auto aceptada.
Los otros, los del sur, saben que sus manos son otra herramienta de futuro incierto, pero, igual, se divierten aporreando lo nuevo y sonriendo como los niños que son, como niños que hacen una travesura.

domingo, 15 de marzo de 2009

Kin Lalat




Hace algunos días tuve en mis manos, otra vez, el "Manual Miliciano"... eso me trajo muchos recuerdos, muchas debilidades volvieron a mis manos, a mis brazos.
En el aparatejo ese, que hoy estreno para subir música, hay dos piezas: "Maíz y Fusil" y "Tempestad Libertaria" del grupo Guatemalteco Kin Lalat... ambas piezas me hacen retroceder en el tiempo y no sé si añorarlo o detestarlo. Particularmente me recuerdan a Oscar, ya que por él las escuché por vez primera en unos casetes que nunca supe de dónde sacó... también me recuerdan la AEH, esos años de estudiante que lejos quedan ya...
Y sí, eran otros tiempos... y ese era mi norte.

martes, 3 de marzo de 2009

Camino 25

No tengo claro de hace cuántos años es esta foto. Creo que por lo menos serán diez.
En la colada original de este viaje iban Sheila y Gaby, Roberto, Victor, Edgar, Ricardo y yo.
Es una de las tantas fotos del ascenso al Volcán Zunil (3,542 msnm), Quetzaltenango, Guatemala.
La ruta... pues la más extraña... empezar por el cerro Paraxkim, pasar por la montaña Siete Cruces, terminar en el Volcán Zunil... toda la ruta sobre los 3,000 msnm... unos veinticinco o treinta kilómetros de caminata exigente.
Llegamos de noche a la cima del cerro Paraxkim... nos dieron permiso de dormir en una caseta de una de las tantas antenas de repetidoras que hay en esa cumbre (repetidoras de señales de televisión, radio, celulares). Tembló fuerte esa noche: Ricardo y Víctor salieron huyendo de la caseta... era la primera vez que sentían un temblor de esa fuerza. Los demás, tan acostumbrados a que sucedan cosas así, nos limitamos a esperar que pasara el temblor y seguir durmiendo.
Caminamos al día siguiente por toda la montaña Siente Cruces y logramos llegar al atardecer a las faldas del Volcán Zunil. Armamos las carpas, juntamos fuego, cocinamos. Pasamos la noche ahí.
Antes de irnos a dormir, recuerdo que Ricardo y Edgar decidieron aprovechar la poca luz del atardecer que se aproximaba. Subieron sin carga para ver cuánto nos faltaba para hacer cumbre total. Estuvieron fuera del campamento como media hora. Regresaron contando que habían hecho cumbre, que faltaba poco, que habían visto un atardecer que todavía envidio no haber visto con ellos.
Al día siguiente escondimos nuestras mochilas y, con agua nada más, subimos a ver el amanecer en la cumbre. De ese momento es esta foto. En ella aparecen (de izquierda a derecha): Edgar, Yo, Roberto (perdido apenas en la sombra), Ricardo y Víctor. La foto fue tomada con el automático de la cámara...
Ahora me pierdo en esa imagen: Ricardo ya cumplió dos años de haberse ido de nuestro lado... de Víctor nada sé. De los demás (Roberto y Edgar), he de decir que los vi hace poco, que sus manos son mis manos y que cuentan conmigo como yo sé que cuento con ellos. A Sheila no la he vuelto a ver, Gaby... pues a veces la he visto rondar por esas calles del centro, llevando a su hijo a la escuela.
Mis sueños en las alturas de los volcanes no se pueden comparar con nada de mi presente de costa y calor. Nada de lo que hago ahora es, siquiera, espejo de ese que fui hace años. De ese que se sentía cansado pero feliz de ver las cumbres que lo rodeaban, de ver los rostros de las y los compañeros que se unían a las escapadas hacía el verde y el frío.
Miro mis manos ahora y recuerdo tantas cosas que han tocado, tantas veces que se han lastimado, tantos apretones de mano que ya no sentirán...
Mis sueños son esto: un recuerdo de alguien que recuerda que recuerda.