La imagen pertenece a un viaje no tan reciente a Cobán, Alta Verapaz. Era un acto de gobierno... una de esas tediosas asignaciones que no veía cómo salir de ella. Pero el día fue salvado por un montón de pequeñas cosas. Entre ellas la "Orquesta Sinfónica Infantil" de Cobán. Ellos interpretaron unas piezas (incluyendo el Himno Nacional), durante la apertura de la actividad. Antes de iniciar su participación, estos niños y niñas se entretenían pateando una pelota plástica, luego, muy profesionales, tomaron sus instrumentos y asombraron a todo mundo, incluido a quien suscribe estas líneas.
Esta otra imagen pertenece a una visita que realizamos el año pasado a comunidades de Retalhuleu, específicamente del municipio de Champerico de ese departamento. Estos niños que aparecen en la foto se divierten haciendo saltar la alarma del carro que nos transportó hasta ahí. Yo veía la cara de Danilo que, divertido y lejos del asunto, apagaba cada vez la alarma sin inmutarse, entendiendo que volvería a sonar y que los patojos encontraban fascinante que el carro gritara como loco cada vez que lo zarandeaban. Estos mismos niños iban cargados de aperos de labranza el día que visitamos su escuela. Nos contaron que era día de limpieza y, por tanto, tenían que barrer, cortar con machetes el monte crecido, arreglar con el azadón una zanja... en fin, darle mantenimiento a ese lugar donde sus sueños se convierten en aprendizaje sin dejar de lado su condición y su experiencia en el manejo de las herramientas que los harán adultos.
Niños del norte del país que han encontrado una forma de expresión que no los aleja de su total niñez. Interpretar un instrumento no es más que una forma de pasar el tiempo, algo que los enamorará u odiarán sin remedio. Pero, niños al fin, gritan y patean antes de la seriedad infringida y auto aceptada.
Los otros, los del sur, saben que sus manos son otra herramienta de futuro incierto, pero, igual, se divierten aporreando lo nuevo y sonriendo como los niños que son, como niños que hacen una travesura.
Niños del norte del país que han encontrado una forma de expresión que no los aleja de su total niñez. Interpretar un instrumento no es más que una forma de pasar el tiempo, algo que los enamorará u odiarán sin remedio. Pero, niños al fin, gritan y patean antes de la seriedad infringida y auto aceptada.
Los otros, los del sur, saben que sus manos son otra herramienta de futuro incierto, pero, igual, se divierten aporreando lo nuevo y sonriendo como los niños que son, como niños que hacen una travesura.
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