Busto de Miguel Ángel Asturias.
Manolo Gallardo. CCMA.
Mientras pasan los días y se redacta la inexorable caida, los sueños se desprenden del cielo cual dosel de popelina. Las imágenes que he acumulado en tantos días no son nada más que reflejos de luces abandonando la memoria e instalándose en un resquicio del espacio que no me pertenece.
Miguel mira hacia alguna parte, creo que hacia el sur. Me he recordado de él ayer mientras recalaba en otras letras, incluso las propias, mientras le pasaba un trapo a un texto que verá luz el sábado lejos de aquí. Miguel el del nombre de arcángel, el que fijó su vista en un horizonte que le trajo réditos en todo sentido. Veo la estela que hace de lápida y vigila su descanso en Père Lachaise, me busco en las manos sus libros y sus penas. Tres Migueles son ahora parte de mi ser: Este, que domina nobelizado un panorama donde hemos querido matarlo, sacarlo para siempre de la influencia de nuestro pobre caminar por las letras. El otro, el de Orihuela, el niño yuntero, el que ofrece sus venas para que "nuevos brazos y nuevas piernas crezcan en la carne talada". Y el Miguel que se llama de otra manera y yace en las memorias colectivas y yace, también, en algún lugar del caluroso territorio de Zacapa.
Miguel mira hacia alguna parte, creo que hacia el sur. Me he recordado de él ayer mientras recalaba en otras letras, incluso las propias, mientras le pasaba un trapo a un texto que verá luz el sábado lejos de aquí. Miguel el del nombre de arcángel, el que fijó su vista en un horizonte que le trajo réditos en todo sentido. Veo la estela que hace de lápida y vigila su descanso en Père Lachaise, me busco en las manos sus libros y sus penas. Tres Migueles son ahora parte de mi ser: Este, que domina nobelizado un panorama donde hemos querido matarlo, sacarlo para siempre de la influencia de nuestro pobre caminar por las letras. El otro, el de Orihuela, el niño yuntero, el que ofrece sus venas para que "nuevos brazos y nuevas piernas crezcan en la carne talada". Y el Miguel que se llama de otra manera y yace en las memorias colectivas y yace, también, en algún lugar del caluroso territorio de Zacapa.
Entre angelitos, raices, arañas, lagartijas, ratones y calaveras, florece el busto blanco que mira hacia... ¿hacia dónde?...
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