martes, 2 de noviembre de 2010

Dar inconsciente

Las notas del Forró de los Filhos de George estaban en lo más alto. Ella cantaba cosas que no sé, que no entiendo. Volaban los cuerpos alrededor y apenas atinaba a seguir sosteniendo mi cuerpo aferrado al esbelto cuello de un vaso de cerveza.
Nada más que decir: bailé, grité, giré y busqué cigarrillos como loco.
Entendí, en suma, que el sueño de estar ahí delimitaba mi antes y mi después. Hoy, viendo estas fotos recuerdo las señas más pequeñas, los ojos de Juliana, los amagues de delicadeza que nunca he tenido. Hoy, acá, me arrepiento de haber tomado la foto y no ser yo el que esté ahí, traslúcido, borroso, fantasmal. Irreconocible.

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