Nada me roba esta otra playa que se vuelve mítica. Un puerto, un muelle a mis espaldas. Viaje de trabajo que deviene en simpleza, en definitivo vuelo de gorrión negro, en asidero de dudas y certezas. No importa siquiera la basura de la playa, no importa más que esas miradas que hemos vuelto propias y que nos ven desde sí mismas.
Champerico es otro árbol derribado, otro sueño corto de camas propias, otra ventana a un laberinto que se nos hace cercano.
Yo soy otro después de estas arenas. Ya soy otro camino, otro paso, otra espera.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario