No lo niego, me gusta viajar, me gusta ver paisajes nuevos o revisitar los antiguos, los queridos. Ver cómo se llevan a cabo los cambios en cada lugar, en cada estación del año, en cada paso que damos como humanos constructores - destructores.
Nuestro horror al vacío es inmenso. Ya con él llenaríamos salas, aeropuertos, teatros, estadios de cualquier deporte. Con esa enorme masa informe podríamos construír un futuro que, a ojos cerrados, parecería llenar nuestras espectativas.
Miro el cielo y reparo en que está despejado. Después de días de lluvia contínuos se dejan ver las estrellas, no hay más nubes grises alrrededor. Pensar en esa enormidad allá afuera, en ese romántico cielo tachonado de puntos brillantes me llena los ojos de lágrimas.
Mañana no es otro día. Mañana es el vacío... o la cacería de estrellas.
Nuestro horror al vacío es inmenso. Ya con él llenaríamos salas, aeropuertos, teatros, estadios de cualquier deporte. Con esa enorme masa informe podríamos construír un futuro que, a ojos cerrados, parecería llenar nuestras espectativas.
Miro el cielo y reparo en que está despejado. Después de días de lluvia contínuos se dejan ver las estrellas, no hay más nubes grises alrrededor. Pensar en esa enormidad allá afuera, en ese romántico cielo tachonado de puntos brillantes me llena los ojos de lágrimas.
Mañana no es otro día. Mañana es el vacío... o la cacería de estrellas.
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