Con la Zenith 135, de la que tanto he hablado, con la Cannon AE1 Program, con esas cámaras es seguro que hice, hicimos, esta foto varias veces. Desde el camino que va de San Vicente Pacaya a San Francisco de Sales, desde la cumbre del Cerro Chino, desde la cumbre del mismísimo volcán de Pacaya.
La vista es espléndida: Los volcanes de Agua, Acatenango y Fuego deslizan sus mantos hacia el sur del país. Se vuelcan sobre las costas con su perenne ciclo de vida y muerte, de aguas vitales, de inundaciones brutales. De píe en las faldas del Pacaya todo parece normal hasta que una explosión desde el cráter del coloso o el calor de sus ríos de lava nos recuerdan lo mísero de nuestras cuitas, lo calamitoso de ser humano.
Adocenada es, entonces, la foto que presento. Pero vale por las palabras que no puedo expresar con la coherencia que la imagen merece.
La vista es espléndida: Los volcanes de Agua, Acatenango y Fuego deslizan sus mantos hacia el sur del país. Se vuelcan sobre las costas con su perenne ciclo de vida y muerte, de aguas vitales, de inundaciones brutales. De píe en las faldas del Pacaya todo parece normal hasta que una explosión desde el cráter del coloso o el calor de sus ríos de lava nos recuerdan lo mísero de nuestras cuitas, lo calamitoso de ser humano.
Adocenada es, entonces, la foto que presento. Pero vale por las palabras que no puedo expresar con la coherencia que la imagen merece.
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