
Esta visita corresponde, presumiblemente, al año de 1998. Íbamos en esa colada Roberto, Olivia, Edgar, Manuel y yo. Salimos una mañana desde Guate hasta la cabecera municipal de San Juan Sacatepequez y ahí subimos a un bus que iba a San Raymundo. Nos quedamos en el entronque de carreteras que conducen a San Raymundo y hacia Pachalúm en el departamento de El Quiché. Empezamos a caminar y llegamos hasta la cuenca del río Pixcayá, desde ahí todo es ascenso y en un picop nos dieron jalón hacia arriba y nos dejaron justo en la entrada del sitio arqueológico. Subimos y nos empezamos a maravillar, no sólo por el lugar mismo, sino por la hermosa tarde de invierno que nos permitía un poco más de luz para recorrer, en primicia y casi en soledad, la gran extensión del lugar. Pedimos permiso para quedarnos a dormir ahí y nos dijeron que sí. Armamos nuestras carpas en un rancho en el área de visitantes y juntamos fuego en una de las churrasqueras. Platicamos, vimos estrellas miles, nos robamos unas aguas gaseosas, vimos luces y pensamos en la cercanía del río Motagua.
Al día siguiente nos hicimos de nuevo con las cámaras y tomamos fotos de los templos con la nueva y suave luz del día que nacía.
Luego emprendimos el regreso. El río Pixcayá volvió a vernos y nos regaló un poco de frescura en los píes cansados. Llegamos hasta el plan de una de las aldeas de arriba y esperamos el bus que nos llevó de vuelta hasta San Juan... lo demás es esto, es hoy, es mi sueño que llega desde el insomnio de siempre.
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