El viaje fue largo, cansado. Nos propusimos terminar de una vez por todas con la sequía que llevábamos de no presentar el espectáculo. Dos meses seguidos nos suspendieron: la primera por culpa del estado de calamidad decretado por la A H1N1; la segunda por culpa del mentado caso Rosenberg. Esta vez nos tocó viajar un poco más lejos cada día. El primer día en la aldea Monterico (Taxisco, Santa Rosa), nos probamos a nosotros mismos que podemos y debemos hacer teatro arena. Nos sentimos tan cómodos que, creo, nos relajamos para el segundo día en Taxisco... ese día cometimos todos los errores posibles, fuimos víctimas de la ley de Murphy...
El tercer día fue en Iztapa (Escuintla) y ahí todo fue risas y ganas de seguir... y ganas de volver.
De la tarde del segundo día es esta foto... estábamos en la terraza de la oficina explicando una metodología para trabajar un tema de Reducción de Riesgo a Desastres y yo me fugué con los pájaros que buscaban sus nidos al caer la tarde. Sobre las palmeras sobresale un elemento más del paisaje: antenas que ya nos vamos acostumbrando a ver por todo el país y, a pesar de ser tan feas, dan un toque especial a la composición de una foto cualquiera.
El tercer día fue en Iztapa (Escuintla) y ahí todo fue risas y ganas de seguir... y ganas de volver.
De la tarde del segundo día es esta foto... estábamos en la terraza de la oficina explicando una metodología para trabajar un tema de Reducción de Riesgo a Desastres y yo me fugué con los pájaros que buscaban sus nidos al caer la tarde. Sobre las palmeras sobresale un elemento más del paisaje: antenas que ya nos vamos acostumbrando a ver por todo el país y, a pesar de ser tan feas, dan un toque especial a la composición de una foto cualquiera.
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